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INTRODUCCIÓN
Primero lo obvio, lo cual, a veces, no lo es tanto. El punto central es que todos nos estamos transformando constantemente. Es decir, venimos desde mucho antes del Big Ban, ahora somos humanos y, luego, moriremos, que no es más que simplemente cambiar de estado.
Es decir, nuestras moléculas y átomos se reorganizarán, primero, en nuevos elementos sin vida, para luego ser comidos o absorbidos por bacterias y otros organismos, por lo que partes de nuestro cuerpo actual pasarán a ser parte de otros organismos, comenzando por los más simples y, luego, siguiendo la cadena alimenticia, hasta los más complejos, como plantas y animales; y otras partes o componentes se descompondrán en sustancias simples como minerales y partículas de energía u otros elementos, muchos de los cuales aún son desconocidos. Algunos permanecerán en la Tierra por algún tiempo (millones de años en muchos casos), para, luego, comenzar nuevamente su viaje por el Universo o, posiblemente, por el Multi Universo.
Esto es lo obvio y lo que, posiblemente, cualquiera puede ver. Sin embargo, ¿qué hay más allá de esto, sin caer en sueños o en explicaciones que más respondan a nuestra imaginación, miedo y anhelos, que a la realidad?
EL ALMA
Posiblemente, cuando hablamos de “alma” nos estamos refiriendo a nuestra “personalidad” o a nuestra “esencia”. El problema de esta concepción es que nosotros no somos estáticos, debido a que a lo largo de nuestra vida vamos cambiando gradualmente. Como decía Neruda: “Nosotros los de entonces, ya no somos los mismos”. Nuestras experiencias y el desarrollo de nuestro cuerpo e, incluso, el cambio constante de nuestro medio ambiente nos van moldeando. Por ejemplo, el cerebro de un bebe tiene un crecimiento físico y observable mucho mayor que el de un adulto. Un adolescente sufre cambios profundos, tanto en la química como en las conexiones internas de su cerebro de una forma que no se volverá a repetir en toda nuestra vida.
Pero, incluso las personas adultas, siguen creando constantemente nuevas conexiones neuronales, de tal forma, que lo que nos alegraba o enfurecía en una etapa de nuestra vida, nos produce sensaciones y reacciones muy distintas en otras etapas. Incluso, nuestras creencias van cambiando.
Pues, ciertamente, sería ilógico que un adulto siga creyendo en Papa Noel, por ejemplo, o que, incluso, un joven idealista, lo siga siendo tanto cuando alcance una edad adulta y una mayor experiencia de la realidad. Un anciano, ciertamente, tiene objetivos, deseos y circunstancias diferentes a un niño, etc, etc.
Todos estamos interactuando e intercambiando no solo experiencias, sino, además, partículas materiales y energías con el resto del Universo, ya sea a través de la alimentación, respiración, absorción de los rayos solares; nuestro cuerpo emite calor y, en general, recibe y expulsa un sin fin de elementos, muchos de los cuales aún nos son desconocidos.
Por lo tanto, pretender que después de nuestra muerte vayamos a seguir siendo “iguales” o que nuestra personalidad o “esencia” o “alma” se mantendrán “iguales” es ilógico y, tampoco tiene sentido, pues nunca hemos permanecido inmutables, ni antes de nuestra vida, ni durante la misma y, ciertamente, tampoco después de la misma.
Lo más probable es que esta concepción provenga del miedo al cambio, a nuestra imaginación y a las ideas de otras personas, que en muchos casos, históricamente, han sido inventadas por diversas razones, desde las más egoístas, pero, también, muchas altruistas y con la mejor voluntad de construir un mundo más justo con menos violencia y mayor bienestar social.
ÉTICA
Sin embargo, la necesidad práctica y psicológica de una religión no implica su veracidad y, en los tiempos actuales de mayor información, también contribuyen negativamente a las verdaderas razones prácticas y reales para ser personas con una alta ética y moral. Que, dicho sea de paso, son reales, pues es mucho más probable que una persona ética triunfe económica y emocionalmente en, por ejemplo, una empresa o en una comunidad, que una persona poco ética; pues ¿quién quiere a un ladrón o a un mentiroso como gerente general de una transnacional como Apple, por ejemplo. Ciertamente, ni los accionistas ni los consumidores lo desean…
Es importante aclarar la importancia de la ética y la verdad, puesto que muchos piensan que la necesidad de crear miedo en las personas a través de la religión es justificada, aún a sabiendas de que muchas partes de la misma carecen de veracidad. Lo cual, irónicamente, en estos tiempos del Internet y de medios de comunicación masiva, producen resultados opuestos; pues muchas de las personas, especialmente, las jóvenes, comienzan a dudar de la validez de la ética, al escuchar constantemente nuevos descubrimientos científicos que riñen o contradicen a lo predicado en muchas religiones. Por lo tanto, la verdad es la mejor aliada de la ética y la mentira solo impulsa la maldad, el egoísmo y el malestar en la sociedad.
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¿Qué nuestra “alma” permanecerá “pensando” como lo hacemos en vida?, tampoco tiene ninguna lógica ni razón de ser ni un mecanismo que pueda llevarnos a creer que eso sea así. Puesto, que está comprobado científicamente que somos una especie de “máquinas biológicas”. Es decir, por ejemplo, cuando una persona recibe un fuerte golpe en la cabeza, muchas veces su personalidad cambia literalmente: algunos son más agresivos, otros, incluso, empiezan a alucinar o ver cosas que no existen, otros pierden la memoria, etc.
Existen investigaciones donde, por ejemplo, se destapa quirúrgicamente el cerebro de algunas personas estando ellas despiertas, luego, les pasan pequeños voltajes de electricidad en diferentes partes del cerebro, lo que ocasiona que muevan diferentes partes del cuerpo e, incluso, que tomen decisiones inducidas pensando que fueron hechas con nuestro “libre albedrío”, cuando en realidad, simplemente, fueron decisiones tomadas debido a impulsos eléctricos aplicados a nuestro cerebro en un laboratorio. Prácticamente, como si fuéramos marionetas o robots biológicos.
Sin embargo, después de la muerte los átomos de nuestro cuerpo se reorganizarán, como lo analizamos anteriormente, y nuestra “máquina biológica” o lo que nos hace ser como somos, dejará de existir.
El increíble poder de nuestra mente unido a nuestro miedo a la muerte, a lo desconocido, a nuestro deseo de volver a ver a nuestros seres queridos, entre otras cosas, han llevado a la humanidad, en primera instancia, a creer en dioses de la naturaleza, como el dios del rayo o el dios del mar, etc.
Luego, al ir evolucionando, nuestros conocimientos y capacidades, literalmente, hemos venido inventando las religiones, llevadas de la mano por la naturaleza humana. Es decir, que casi siempre, existen personas que consciente o inconscientemente toman ventaja de estas creencias y temores y van moldeando estas religiones de acuerdo a sus intereses y deseos.
Por ejemplo, prácticamente, todos los libros de la Biblia se han escrito más de 100 años después de la muerte de Jesús. Muchos de estos libros han sido modificados, algunos incluidos y otros excluidos de la Biblia hasta más de 1500 años después, de acuerdo a las necesidades pragmáticas de la iglesia y otros factores.
Otras muestras de lo mismo, es que, por ejemplo, un tercio de todo lo que se recaudaba en las colonias españolas en Sudamérica eran destinadas a la iglesia. La iglesia católica asesinaba y atormentaba, durante la inquisición, a todas las personas que no creían en sus enseñanzas; el abuso infantil y relaciones con la mafia son muestras de que, lo más probable, es que todo esto provenga de la mano del hombre y no de Dios. Lo mismo se puede decir de, prácticamente, todas las religiones de una u otra forma…
ESTAMOS DE PASO
Todos estamos en este estado de “seres humanos” individuales y, como ya lo mencionamos, nos estamos transformando constantemente mientras vivimos. Lo hemos venido haciendo desde antes de nacer y lo seguiremos haciendo después de morir.
Incluso, el Big Ban y nuestro Universo no podrían ser el comienzo del tiempo ni el fin del mismo, puesto que siempre habrá un comienzo y un fin de un “estado” en orden cronológico; es decir, tampoco se puede decir que el tiempo comenzó con el Big Bag, como sostienen muchos científicos; sino que hubo un antes y habrá un después de cualquier suceso. Ahora, claro, según Einstein, la duración o percepción del tiempo es relativa.
“Primero” hubo el Big Ban, luego, se fueron formando las estrellas, luego, los planetas, después, se irán apagando y desintegrando y recombinando, luego, se enfriarán, posiblemente, por completo y, a continuación, casi con toda seguridad, se irán recombinando con el resto de los Multi Universos. Sin que de esa forma se pueda decir que existe un comienzo o un final; sino, simplemente, diferentes “estados” en diferentes momentos; que, sin embargo, no son ni “caóticos” ni ilógicos y, en cierto grado, tampoco incomprensibles. Es más, son matemáticamente perfectos.
DIOS
La sensación de que la búsqueda por saber y/o entender un poco mejor acerca de qué o quién es Dios, que empieza, en muchos casos, desde la niñez y desde hace incontables generaciones, está empezando a dar frutos. Puesto que si bien ¡nadie es dueño de la verdad!, también es cierto que cualquiera puede , eventualmente, aportar un granito de arena que ayude a incrementar la comprensión de: ¿de dónde venimos, qué estamos haciendo, cuál es nuestra misión en esta vida y hacia dónde vamos? Puesto que, ciertamente, hasta el organismo más simple tiene una función que cumplir, ya sea ayudando a comprender o equivocándose y mostrando eventualmente cuál camino no lleva a la verdad y cual sí nos aproxima a ella.
Cada vez existe mayor escepticismo acerca de la veracidad literal de, por ejemplo, las historias de la creación de la vida, la virgen María y muchas otras que se encuentran en, prácticamente, todas las religiones. Las cuales son “científicamente” equivocadas y, posiblemente, muchas son, literalmente, “mentiras” realizadas por personas de las iglesias, algunos con buena intensión, como ayudar a mejorar la moral de los súbditos y otras con intensiones egoístas como la preservación del poder y conseguir réditos económicos.
Pero, también, en buena parte, y entendiendo el uso y la función de las metáforas, son “verdaderas” en el sentido de que enseñan grandes verdades para la vida práctica y la mejor convivencia entre humanos; además de que han pasado la prueba del tiempo al permanecer vigentes por muchos siglos y milenios.
Pero, en el sentido “literal”, como cuando se relata que se “abrió el Mar Rojo” o, incluso, cuando se dice que Jesús resucitó e hizo lo mismo con Lázaro, casi con toda seguridad científica no fue así, a menos, claro, que hubiera una explicación, como alguna falsa declaración de muerte o catalepsia o algo que explicara racionalmente lo acontecido.
La búsqueda de la verdad con honestidad no debería ser motivo de discordia, puesto que todos, de una u otra forma, la estamos buscando. Y, existen casi tantas opiniones como seres humanos. Por lo que nadie debería sentirse dueño de la verdad ni enojarse al ver a otras personas buscándola.
Cuando hablamos de “científicamente”, a lo que nos referimos es a la búsqueda universal de la verdad; y no, necesariamente, de acuerdo a nuestros conocimientos actuales, pues muchos de ellos, con seguridad, están equivocados, puesto que lo que las personas creían verdades irrefutables, hace 1000 o 2000 años, ahora se sabe o se cree que muchos de esos “conocimientos” eran no solo equivocados sino hasta ridículos a la luz de los nuevos “conocimientos”. Y, seguramente, dentro de 500 o 1000 años, si la humanidad sobrevive y sigue su rumbo de progreso, pensaran lo mismo de muchos de nuestros “conocimientos” actuales. Sin embargo, no de todos, pues ciertamente el conocimiento científico se está incrementando con el paso del tiempo.
CONCLUSIÓN
Según la Biblia: “Dios es evidente en todas las cosas”, y creo que literalmente así es. Pero, debido a que Dios es mucho más real de lo que dicen y piensan la mayoría de las religiones, pues, literalmente, Dios es el conjunto de “Todo”: de todo el Universo, los Multi Universos, nosotros mismos, las plantas, los animales, los microorganismos e, incluso, los minerales, la energía, la luz y, literalmente, TODO.
Y, por supuesto, que actúa e interactuar con nosotros y con todo lo demás. De una forma mucho más “real” de lo que se pudiera imaginar. Es decir, posiblemente, sí “escucha” y, algunas veces o tal vez todas, atienda nuestros rezos de alguna forma, por ejemplo. Pero no de una forma en el sentido tradicional. Es decir, como un ser viejito con forma de hombre que nos está escuchando (tal vez metafóricamente sí), sino de una forma científicamente “real”.
Es decir, es como decía Einstein: “Las matemáticas son el lenguaje de Dios”.
Por ejemplo, al rezar, ciertamente, sí le estamos hablando a nuestro consciente, a nuestro subconsciente y, también, estamos emitiendo señales eléctricas y otras, que aún no comprendemos; muchas de ellas viajan a la velocidad de la luz por el Universo o por otros medios de transporte como, posiblemente, agujeros de gusanos u otros que aún no comprendemos y, ciertamente, en muchos casos, también logran comunicarse con otros seres lejanos o cercanos, vivos o materiales, que de diferentes formas, especialmente, a nivel cuántico vibran en consonancia con lo propuesto por la Teoría de la Cuerdas…
Es decir, a través de estos y otros mecanismos reales e, incluso, eventualmente, científicamente comprensibles, el Universo o Dios, no solo se comunica entre sus partes y como un “Todo”, sino también “piensa”, de alguna forma y en algunos aspectos, de forma similar al ser humano, pero, claro, a una escala y complejidad muchísimo mayor.
Llama mucho la atención, por ejemplo, la similitud visual que existe entre las neuronas del cerebro humano con las fotografías de la red cósmica que forman las galaxias, que cuando se ven, en una misma imagen, miles de galaxias juntas, muestran esa estructura tan característica y similar a los grupo de neuronas que forman nuestros pensamientos, conocimientos e, incluso, emociones…
También tienen un voltaje e intercambio de energía, materia oscura y mucho más que aún no entendemos y, posiblemente, la humanidad nunca logre entenderlo completamente. Pero, ciertamente, nos estamos acercando cada vez más. En una pequeñísima escala a nivel universal, pero asombrosamente aventajada en comparación al resto de las especies de la Tierra. Por lo menos, en lo que entendemos y conocemos.
Es por esto la gran importancia que tiene el preservar a la vida en general y a la humanidad en particular. Pues “la humanidad y la conciencia es un intento del Universo de entenderse a sí mismo”. Por lo que sabemos, solo la humanidad, hasta la fecha, a logrado tomar consciencia de su propia existencia y de comprender el Universo como ninguna otra criatura conocida.
Por lo que sabemos, le ha tomado al Universo un tercio de su existencia lograr crear la “consciencia humana”; es decir, la capacidad de pensar y darse cuenta de nuestra propia existencia. Un tercio debido a que se estima que el Universo tiene una edad de 13,700 millones de años desde el Big Ban y la Tierra tiene una edad aproximada de 4600 millones de años y la vida en la Tierra unos 3500 millones de años. Es decir, crear un ser como el ser humano no es algo que suceda de la noche a la mañana. Y, por lo que sabemos, hasta ahora, solo existe vida en la Tierra y, probablemente, cuando descubramos vida inteligente en otros mundos, su porcentaje en relación al resto de los planetas del Universo, con seguridad, será un número pequeñísimo…
Tal vez la especie humana no alcance a resolver práctica y científicamente este funcionamiento, pues apenas existimos hace unos 70,000 años como humanos modernos, que tiene, en primer lugar, la capacidad de preguntarse a sí mismo: ¿De dónde venimos, qué estamos haciendo y hacia dónde vamos? Pero, si no nos autodestruímos y logramos preservar a las otras especies de vida, y, además, logramos sobrevivir a meteoritos y otras catástrofes naturales, etc., etc., este “gran camino” podrá continuar, no solo a través de la existencia de nuestra especie, sino, también, a través de las futuras especies que vendrán sino cortamos la cadena evolutiva a través de lo que muchas veces no solo parece probable, sino inevitable.
¿Dónde están los extraterrestres inteligentes? La respuesta podría ser, que, o no existen, o no son muchos, o son muy diferentes para poderlos ver o para que quieran dejarse ver; o que las distancias en el Universo son un obstáculo tan grande que no permite la expansión de la consciencia por el Universo; o, posiblemente, siguiendo esta línea de pensamiento, parecería que la mayoría de la vida en el Universo evoluciona hasta llegar al nivel de autoconciencia, como la humanidad y, luego, se autodestruye, posiblemente, con el conocimiento de las armas nucleares o biológicas… o, simplemente, por eventos naturales.
De cualquier forma, es por esto, que no debemos subestimar el riesgo ni el valor de la vida en nuestro planeta y, ni siguiera, la nuestra como especie ni como individuos, pues, el Universo conocido, por lo que sabemos, ha empleado un tercio de su existencia en crearnos a nosotros, incluso, como individuos, como irreproducibles, pues nunca existió y, por lo que sabemos, ni volverá a existir otra persona exactamente como nosotros.
Y, si bien es probable que la vida esté evolucionando simultáneamente en otros planetas, el éxito de la supervivencia de la conciencia no está garantizado ni mucho menos. Tal vez, si lo logramos, seamos, incluso, los primeros, o entre los muy pocos, que lo logren. Y solo estamos hablando de esta primera etapa, (en la que aún somos “animales muy primitivos” con mucho espacio para mejorar en todo sentido); que, para la dimensión de la misión de la autocomprensión del Universo, es muy, pero muy temprana de acuerdo al reloj cosmológico.
Por lo tanto, la respuesta de ¿qué estamos haciendo y de cuál es nuestra misión?, posiblemente, básicamente, es SOBREVIVIR, puesto que si no cortamos la cadena evolutiva, eventualmente, no solo lograremos tener una larga vida llena de abundancia y prosperidad gracias al desarrollo increíble de la tecnología, sino que daremos pie a que la consciencia se expanda por los Multi Universos.
Por Jorge Arteaga Zambrana